Un logos profundo
Lo inexpresable, lo inefable, es también una forma esencial del saber
Por: Pedro Trillo
Durante las partidas desarrolladas entre Kasparov y Deep Blue II, Kasparov advierte una ´extraña y singular inteligencia´ en el juego de Deep Blue, que ninguno de sus programadores por sí solos o en conjunto eran capaces de advertir.
Kasparov perdió el encuentro. Pero su asombro es del mismo tipo de aquel destello o instante de plena y particular belleza, en el que Neil Armstrong logra atisbar en el espacio, más allá del horizonte de sucesos al que está ligado el pensamiento humano, lo que Heráclito hace más de dos mil quinientos años con sugerente hermetismo llamó un ´logos profundo´.
Esta experiencia para Kasparov, o para el astronauta Neil Armstrong, forma parte de lo inexpresable, de lo inefable, que es también una forma esencial del saber. Y no puede traducirse en palabras, es una experiencia singular que no es posible transferir, requiere de un proceso propedéutico, de iniciación.
Por eso el método clásico que la sostiene es la mayéutica, que como observa Eugenio Trías, significa ´asistir al propio alumbramiento, asistencia distante, cura´.
Y en relación a la cura, Heidegger refiere esta fábula de Higinio:
"Una vez llegó Cura a un río y vio terrones de arcilla. Cavilando cogió un trozo y empezó a modelarlo. Mientras piensa para sí qué había hecho, se acerca Júpiter. Cura le pide que infunda espíritu al modelado trozo de arcilla. Júpiter se lo concede con gusto. Pero al querer Cura poner su nombre a su obra, Júpiter se lo prohibió, diciendo que debía dársele el suyo. Mientras Cura y Júpiter litigaban sobre el nombre, se levantó la Tierra (Tellus) y pidió que se le pusiera a la obra su nombre, puesto que ella era quien había dado para la misma un trozo de su cuerpo. Los litigantes escogieron por juez a Saturno. Y Saturno les dio la siguiente sentencia evidentemente justa:´Tú, Júpiter, por haber puesto el espíritu, lo recibirás a su muerte; tú, Tierra, por haber ofrecido el cuerpo, recibirás el cuerpo. Pero por haber sido Cura quien primero dio forma a este ser, que mientras viva lo posea Cura. Y en cuanto al litigio sobre el nombre, que se llame ´homo´, puesto que está hecho de humus (tierra)". (Heidegger, El Ser y el Tiempo, FCE pp. 218-219)
Por la vía del asombro lo sagrado vive.