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El Gato de Shrödinger y el Tigre de Fernando Llosa

Si los chinos no llegaron a América para fundar estas prístinas culturas, por lo menos tendría que admitirse que por aquí pasó un circo

Fernando Llosa

Publicado: 2015-01-05


Por: Pedro Trillo

Los dioses crearon a los gatos para que el hombre pudiera acariciar tigres, reza un viejo proverbio oriental.

En una habitación hay un gato; por fuera un hombre acciona un mecanismo que dispara una pistola dirigida a él, la paradoja reside en que pese a ello el gato permanece vivo, para comprobarlo el hombre abre la puerta y la muerte del gato ocurre.

Así como en el espacio cuántico el gasto de Shrödinger violenta nuestra precepción de la realidad, ya que ni está muerto, ni está vivo, aunque esta situación sea físicamente demostrable; la existencia de un ceramio encontrado en Pashash (Ancash) por Terence Grieder de la Universidad de Texas, que representa un tigre asiático con rayas en el lomo, es también un dato muy consistente, que con certera ironía le permitió a mi amigo Fernando Llosa Porras (1928 – 2000+) decir hace ya muchos años: ”si los chinos no llegaron a América para fundar estas prístinas culturas, por lo menos tendría que admitirse que por aquí pasó un circo”.

Hoy en día los diarios nos traen la noticia que el arqueólogo chino Tang Jigen encuentra que en el periodo de la dinastía Shang (1600 - 1046 a. C.), podría haber existido una conexión temprana con las civilizaciones preincas. Y, nuestro amigo Carlos Bracamonte nos aporta información del hallazgo de Teodorico Olaechea, profesor de la Universidad de Ingeniería quien habría desenterrado una taza con caracteres chinos.

En el 2002 Gavin Menzies en su libro: 1421 el año que China descubrió América, aportó abundante información sobre la expedición naval china de la famosa “Flota del Tesoro” dirigida por el Almirante Zheng He de la dinastía Ming que habría llegado a las costas americanas antes que Cristóbal Colón.

Anticipándose a los autores y expertos mencionados y luego de 30 años de investigación, Fernando Llosa Porras publicó en el año 2000, poco antes de su muerte, su libro: Sechín: Monumento y Mito.

Esta tarde de evocación y recuerdo quiero romper una lanza por mi querido amigo Fernando Llosa Porras y hacerle un homenaje comentando su obra.

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Fernando Llosa Porras, acaricia la idea que en el origen estábamos emparentados con la cultura china, y encuentra evidencias que modifican la visión de la arqueología peruana, y da al trasto con viejas teorías evolucionistas que han intentado explicar sin éxito la aparición de 3000 a 1500 a.C. de la alta cultura americana, llamada del formativo temprano.

Así como el físico y premio Nobel Erwin Shrödinger (1887-1961+), uno de los creadores de la mecánica cuántica, nos permitió ver el mundo físico más allá de la experiencia sensible, allí donde la teoría pierde sentido como una característica del mundo real, Fernando Llosa también nos permitió ver el mundo antiguo americano con ojos de mariposa, fuera del espectro visible de la racionalidad construida por la arqueología oficial desde su complaciente y segura posición etnocéntrica coetánea.

Allí donde el historiador Pablo Macera (Ciclo de Conferencias 96-97: Cultura y Sociedad en el Perú Actual. Fondo Editorial del Congreso del Perú) con obsesión propia de su otoñal pasión política y lenguaje exultante, ve en Sechín “cuerpos eviscerados”, genocidio, un universo polpotiano que alecciona a los campesinos: “fíjense lo que les puede ocurrir”; como dijo el cantautor Atahualpa Yupanqui: “nadie suelta nada afuera, si no lleva nada adentro”.

Por el contrario Fernando Llosa Porras, con vigor intelectual y erudición pocas veces hallada en nuestro medio, encuentra un simbolismo constructivo que explica que los pobladores de Sechín fueron agrimensores, astrónomos y constructores de templos, cuyos íconos están emparentados y forman parte de un relato con figuras simbólicas del lejano oriente.

El conjunto arqueológico de Sechín (2200 – 1750 a.C.), es un códice de piedras habitado de simbolismo que fue descubierto en 1937 por Julio C. Tello. Excavaciones posteriores encontraron su forma definitiva con figuras grabadas en muros de piedra que aún conservan su pintura original.

Fernando Llosa Porras nos proporciona un terreno común de explicación desde una perspectiva científica integral, que permite la conexión de la geometría arquitectónica del templo, la iconografía de cada una de las figuras grabadas en la fachada de piedra, los colores de la cámara y recintos aledaños, los murales en bajo relieve de los muros de adobe, y los monolitos de piedra.

Su teoría plantea que Sechín es un monumento en el que se guarda el origen de la memoria civilizadora del continente americano.

En sus muros está grabado el relato del tránsito de la era de la barbarie a la era del maíz, también descrito en el manuscrito de Utatlán en forma de mito que ha perennizado la tradición oral del pueblo Maya Quiche, en los hechos narrados en el Popol-Vuh, o en el Libro del Consejo.

Esta cosmovisión, según el autor, establece un punto de contacto con las culturas orientales tradicionales de Asia, cuya evidencia fija una mediación que va más allá del paralelismo cultural.

Fernando Llosa Porras nos propone una explicación teórica por la que los sesentaicuatro hexagramas del I Ching aparecen en los muros de piedra de la fachada. Mientras no exista otra explicación teórica que ofrezca evidencias o sugiera una alternativa más completa, nadie puede negar su vigencia y su valor, no solo por las respuestas que ofrece, sino por los misterios y las interrogantes que plantea.

En rigor las teorías se valoran por su seminalidad, esto es, por su capacidad de generar nuevas hipótesis y dar origen a nuevas teorías que permitan el avance del conocimiento científico.

Parafraseando a Einstein –en un homenaje a Max Planck, en 1918–, decimos como él, que en el templo de la ciencia existen tres tipos de personas, las que buscan el poder intelectual como un deporte que satisface la ambición personal; otra clase que trafica con ella y se dedica a la ciencia para conseguir fines exclusivamente utilitarios; y si el ángel del señor viniera y sacara del templo a todas las que pertenecen a estas dos categorías, quedaría la tercera, formada por unas pocas personas como lo fue Fernando Llosa Porras, y esa es la razón por la que aún lo queremos.


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