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Moby Dick

Publicado: 2015-03-25
El alma de un pueblo es para siempre el cimiento de su ciudad. Pedro Trillo

En Moby Dick, la novela cumbre de Norteamérica, el capitán Ahab en su primera aparición clava en el mástil de Pequod una moneda de oro como recompensa para aquel que le descubra a la “ballena blanca de frente arrugada y mandíbula torcida”. Esa escena es la metáfora del boom de Chimbote (de los años cincuenta), epifanía de un destino latente, embrionario, ínsito, en la que se fija el alma de un pueblo. 

El carácter de la relación con la naturaleza se convierte en la metáfora del capitán Ahab, y la transformación de la tripulación de Moby Dick en la metamorfosis de la ciudad. El reproche de Judas a Cristo en la novela de Kazantzakis, La última tentación, nos revela el drama; y como Judas, nosotros hasta hoy, nunca llegamos a comprenderlo. Judas le dice refiriéndose a la liberación del pueblo de Israel del yugo opresor: “Libera primero nuestro cuerpo de los romanos y luego podrás liberar el alma del pecado (…) no se comienza a construir una casa por el tejado, se comienza por los cimientos”, a lo que Jesús responde: “El alma es los cimientos Judas”. Así, el alma de un pueblo es para siempre el cimiento de su ciudad.

Hacia mediados del siglo XIX se calcula que cruzaron el Cabo de Hornos aproximadamente mil balleneros procedentes en su mayoría de Norteamérica y, sus agencias se encontraban principalmente en los célebres puertos de Nantucket y New Bedford.

Cuando aún no se conocía el uso comercial del gas y el petróleo, el alumbrado público de las ciudades europeas y de las pujantes ciudades de la costa este de Estados Unidos se realizó con el esperma de ballena y la grasa de lobo de mar que se pescó en nuestras aguas. El esperma de ballena usado para la elaboración de candiles y velas era el equivalente en aquella época al oro negro actual.

Según escribe Hipólito Unanue, los ingresos por la venta de estos productos de nuestro mar superaba en dos veces el valor en oro, plata y otros minerales que se enviaba anualmente a la península ibérica. Esta riqueza cimentó la fortuna de las familias de Boston y permitió financiar la construcción del primer ferrocarril de los Estados Unidos de Norteamérica, el ferrocarril de Massachusetts.

Herman Melville (1819-1891) autor de la novela fundacional más importante de Norteamérica: Moby Dick (1851), fue tripulante del ballenero Acushnet que faenó en nuestras aguas y en el cual navegó entre enero de 1841 y julio de 1842, habiendo permanecido como cazador de ballenas en el Pacífico Sur hasta el año 1844.



Textos tomados del “Libro de Oro de la Pesquería Peruana” autores: Pedro Trillo y Luis E. Tord. y de “El Libro del Centenario de Chimbote”, autor: Pedro Trillo. 


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